La peregrinación

En esta época en que vivimos las distancias son principalmente interiores, pues nos podemos comunicar con cualquier lugar del planeta en tan sólo unos segundos gracias a las nuevas tecnologías. Por ello, realizar la peregrinación a Santiago de Compostela supone un esfuerzo casi épico.

Con todos los condicionantes de nuestro tiempo hay gente que quizás simplemente se quiere regalar un paréntesis para reflexionar y realizarse interiormente con esta experiencia. En cambio otros realizan el peregrinaje por razones estrictamente religiosas, por una promesa, para dar gracias… O simplemente caminan por una razón cultural o lúdica.

Y aquí estás tú. Si has decidido hacer el Camino, te aconsejamos caminar y “crecer” con el Camino. Aprovecha la ocasión y lleva la mente, los ojos y los oídos bien abiertos y dispuestos. Respétate a ti mismo, y respeta a los otros caminantes. Conversa con ellos, admira el paisaje, conoce sus gentes, disfruta de la cultura jacobea y será así como
descubrirás el otro camino.

El Camino de Santiago puede ser, y de hecho es, una experiencia interior. Una experiencia personal. Y por esa razón cada uno de nosotros veremos un camino distinto y haremos un camino distinto, aún cuando sigamos las mismas “flechas amarillas” y caminemos por los mismos senderos.

Lo haremos por razones religiosas, culturales, académicas o de cualquier otro tipo. Recordad siempre lo que dice en el interior de nuestras credenciales: “Hacer el Camino de Santiago es un compromiso personal […]. El peregrino no puede exigir nada por su propia condición, sino agradecer la ayuda recibida. […] Respeta y cumple las normas de cada refugio y atiende las indicaciones de los hospitaleros. Mantén limpios los albergues en que pernoctes, y cuida sus instalaciones. Respeta en ellos el descanso de los demás”. Cumplid por tanto todas las normas que sean impuestas en los albergues por los hospitaleros, respetad a los otros caminantes, y cumplid especialmente con las horas de descanso y silencio. Y caminad… Sin prisa, pero sin pausa.

A la hora de caminar, o de pedalear, cada uno de nosotros tenemos “un paso” o una velocidad adecuada para caminar. Por eso debéis hacerlo a vuestro ritmo. No aceleréis vuestro paso o lo retraséis para esperar o alcanzar continuamente a otro peregrino, compañero o amigo, pues “ir forzados” (por rapidez o por lentitud) os puede provocar una sensible molestia, fatiga o incluso lesiones en los músculos o en los tendones. Probablemente nos veremos a lo largo de las mañanas, sin duda cada tarde en los albergues.

Acompáñate de buen ánimo, una guía -o aplicación móvil, que ya estamos bien avanzados en el siglo XXI- y paciencia. Lo demás, es seguir las flechas amarillas hasta Santiago.

¡BUEN CAMINO!

*El texto anterior es, en su mayoría, una pequeña guía del profesor Yebra Prada para sus alumnos, pero que sin duda es útil para cualquiera que quiere acercarse al Camino por primera vez,


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